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¿Qué es Ashtanga Yoga?

La práctica de Mysore Ashtanga empieza por lo general con un mantra. Ocho simples líneas en sanscrito son coreadas por miles de personas alrededor del planeta antes de empezar su práctica diaria de yoga. En mi caso, “vande gurūṇāṁ caraṇāravinde” son las primeras palabras que salen de mi boca cada mañanas. El repetir este mantra una y otra vez al iniciar mi día le ha brindado cierto poder especial – el poder de hacer que mi mente se concentre y transforme cualquier espacio de mundano a uno especialmente listo para mi práctica diaria. La misma consiste en una combinación entre respiración y movimiento en su más básico nivel que permite una completa absorción mental en su máxima intensidad.

vande gurūṇāṁ caraṇāravinde
Honro y respeto a mi maestro, me inclino a sus pies de loto.

 Ashtanga Yoga es un sistema basado en un linaje de aprendizaje; por lo que, tanto el método como su práctica son transmitidas directamente de maestro a alumno. La única manera de aprender a practicar Ashtanga es estudiar con alguien que aprendió a practicar Ashtanga de alguien que aprendió a practicar Ashtanga, y así sucesivamente.

Esta práctica no se puede aprender por medio de un libro, a pesar que hay muy buenos escritos al respecto. Tampoco puede ser aprendida por medio de videos, a pesar que hay una infinidad de producciones de este tipo. En Ashtanga Yoga, la importancia de la relación maestro-estudiante no puede ser más evadida. El actual titular del linaje es R. Sharath Jois, quien reside en Mysore-India donde enseña el método de Ashatanga en el Krishna Pattabhi Jois Ashtanga Yoga Institute (KPJAYI). Sharath enseña de la manera que su abuelo, Pattabhi Jois, se lo enseñó. Quien a su vez, aprendió del gran T. Krishnamacharya, figura legendaria en el mundo del yoga. KPJAYI es la única entidad que avala y registra a los profesores autorizados por Sharath para instruir el método de Ashanga Yoga. Cada persona que tenga la bendición de KPJAYI habrá realizado varios y extensos viajes a la India para continuar con su educación, a más de su ¨práctica personal¨, que se espera sea diaria.

saṁdarśitasvātmasukhāvabodhe
El conocimiento sobre uno mismo es lo que nos trae júbilo.

El Estilo Mysore de Enseñanza cultiva la práctica personal en cada estudiante. El sistema Ashtanga comprende una serie de posturas realizadas en un orden especifico, acompañadas de una técnica especial de respiración que son enseñadas de manera individual a cada estudiante. Cuando el estudiante ha alcanzado el dominio de lo que se ha enseñado, su maestro podrá añadir nuevas posturas a su diaria práctica personal.

Para un nuevo estudiante entrar a una clase del estilo Mysore Ashtanga puede lucir como el pandemonio. Cada quien respira a su propio ritmo, trabaja en diferentes posturas de su secuencia y se focaliza en su propia práctica. Por lo general, la habitación se está en silencio, excepto por el sonido de inhalaciones y exhalaciones; así como la voz del maestro, quien camina por la habitación explicando, clarificando o brindando soporte y ajustes físicos. El aprender esta práctica por medio de este método, crea en el estudiante la confianza suficiente para practicar con o sin el apoyo de su maestro o compañeros de práctica. Cultivar esta ¨práctica personal¨ siguiendo un ritmo propio de respiración hace que nos focalicemos en la acción, lo que permite que el estudiante genere curiosidad hacia la introspección. El conocimiento adquirido a través de la práctica constante permite aprender sobre nuestra esencia del ser.

niḥśreyase jāṅgalikāyamāne
(este conocimiento) va más alla del mejor, sin comparación, medico de la selva.

 saṁsāra hālāhala moha śāntyai
pacifica el veneno más mortal de la existencia condicionada.

 Ashtanga trabaja sistemáticamente la fuerza y la sanación del cuerpo, control de la respiración y el sistema nervioso, y calma la mente.  La secuencia de posturas es inteligentemente diseñada para desarrollar nuestros músculos, incrementar nuestro rango de movimiento, y mejorar el accionar de nuestros órganos internos. Cualquier persona que esté dispuesta a hacer el esfuerzo puede practicar Ashtanga, sin importar su tipo de cuerpo, condición atlética o alguna consideración especial. La práctica estará acorde al nivel personal de cada estudiante, e impulsará la progresión constante hacia nuevos horizontes. La práctica constante resulta en un cuerpo fuerte, sistema nervioso controlado y mente bajo control. Las habilidades físicas y la conciencia sobre uno mismo que son aprendidas en la colchoneta de yoga pueden ser aplicadas en todas las esferas de nuestra vida. No existe el fin en el recorrido de Ashtanga, todo lo contrario, es solo el principio. 

Abahu puruṣākāraṁ
En la forma de un hombre que sobre sus hombros

 dhāriṇam śaṁkhacakrāsi
Sostiene una concha, un disco, y una espada

 sahasra sirasam śvetaṁ
Tiene mil brillantes y blancas cabezas

 patañjalim praṇamāmi
Me inclino ante Patanjali

 La palabra Ashtanga – ocho ramas –viene del Segundo capítulo de los Yoga Sutras del sabio Patanjali, uno de los escritos fundamentales en yoga. El maestro T. Krishnamacharya afirmó, que cualquier práctica que no este escrita en los Yoga Sutras, no es yoga. El camino de las ocho ramas en yoga está comprendido de ética moral, práctica de posturas, control de la respiración, introspección personal y control mental- por ponerlo de manera simple. El sabio Patanjali es tradicionalmente descrito como un hombre que por encima de sus hombros tiene mil brillantes y blancas cabezas de serpiente. La serpiente es el símbolo de la sabiduría y conocimiento, por lo que es venerada en la India. Las mil cabezas de Patanjali simbolizan su necesidad y habilidad para impartir conocimiento en diferentes maneras a diferentes tipos de personas. El sabio sostiene una concha caracola que usa para generar el sonido primordial de la creación; un disco para cortar su ego; y una espada que simboliza su conocimiento de la verdad absoluta. El Yoga Sutras ha sobrevivido 2000 años y continua informando y definiendo la práctica del yoga en la actualidad.

La tradición es venerada en el sistema de Ashtanga. Los y las ashtangis se adhieren a un calendario lunar para su práctica, exceptuando los días normales de descanso que incluyen además los días de luna nueva y llena. Los maestros actuales y los del pasados son honrados y respetados, por que ellos y ellas quienes propagan el conocimiento al enseñar el método tal cual les fue enseñado, sin ninguna desviación creativa. Este compromiso con la tradición, de ninguna manera hace que la práctica se estanque. La práctica de Ashtanga se desarrolla de manera distinta en cada estudiante. Quien practica Ashtanga llegará a la verdad a su propia manera. La liberación del sufrimiento es garantizada, es solo cuestión de tiempo. 

You're Not That Special

En español

The more I practice in the Ashtanga Yoga system the more I realize how un-special I truly am.  Oh, I know that sounds harsh, but hear me out.

kapotasana

Ashtanga is a method and as such it has a foundation.  This foundation is set on three pillars:  The Breath, which includes ujjayi pranayama, uddyana and mula bandhas - Dristhi, the direction of the gaze - Asana, a position that is stable, firm, and spacious.  These pillars are non negotiable. Whether you are a novice beginning practice or you’ve been drinking the Vande Gurunam kool-aid for 20 years, you must use ujjayi, you must engage your bandhas, you must limit your wandering gaze, and your postures must be stable and firm. 

On top of this foundation you may build what you wish.  Perhaps your practice emulates a grand castle with turrets and towers soaring to staggering heights, or maybe it’s more reflective of a humble, but warm home filled with light and love.  Perhaps your practice is not a building at all, rather a jungle full of bright flowering plants and succulent fruits.  Your grand creation doesn’t have to stay the same.  You can change it throughout time, adding something here, taking away there, or you could demolish the whole thing and start over.  As long as the foundation is intact – the breath, dristhi, and stable asanas – the possibilities are endless.

If there is a crack in the foundation something is going to give way sooner or later.  Most probably things will break down slowly, almost unnoticeably, until something major occurs that cannot be ignored.  There is no use trying to repair what is on top of the foundation if the foundation itself is flawed or incomplete. There is no escape, you will always find yourself back at breath, dristhi, and asana. 

Building and maintaining a solid foundation is key for any practice.  This goes for everyone.  No one is special enough to avoid it - not you, not me, not the old man, not the pregnant lady, not the student with severe scoliosis, not the quadriplegic lying in a bed having their body parts moved by the teacher or therapist, not the girl whose arms are “too short” to do a jump back, not the guy with 6 bazillion sports injuries, not the hyper flexible former dancer, not the lady with a double hip replacement.  The special people list with their special concerns is infinite.  If the foundation of practice is not built with care and then given consistent attention we will injure ourselves. 

Being an Ashtanga practitioner means you must be vigilantly strengthening and repairing your foundation. Too often, when we are injured, we look to the area of the injury for the cause and solution.  Instead we should be analyzing the three pillars of our practice to discover what is giving us trouble.  Is the breath becoming harried or uncontrolled during parts of the practice?  Is the gaze wandering?  Is the mind following the wandering gaze?  Is each asana stable?  Is everything firmly grounded and supported?  

Specialness is a double edged sword.  One side of the sword is I Can’t and the other is I Can.  My arms are too short so I can’t jump back.  My legs are too long so I can’t grab my feet in a forward bend.  I’m too old so I can’t go beyond primary series.  So on and so forth cometh the numbing tides of special reasons we simply can’t do certain things.  Maybe you can’t do these things… yet.  So?  Maybe you will never be able to do these things.  What’s it matter?  None of these special issues prohibit us from continuing to shore up the foundational pillars of the Ashtanga yoga method.  None of these special issues prohibit us from trying everyday, concentrating everyday, breathing everyday, building strength everyday, and everyday working to become better people than we were yesterday.

backbending

Then there are the I Can types.  I tend to fall into this camp and we think we’re special because we are particularly good at something, or several somethings.  This is near and dear to my heart so I will use myself as example.  I Can backbend.  I’ve always been good at backbending; it comes quite naturally to me.  Once upon a time I was relishing my backbending practice.  I would do extra backbends for fun and challenge myself to go deeper and deeper.  Backbending was so effortless for me I didn’t really pay attention to bandhas, breath, dristhi, or stability – I just did what felt good.  Then came kapotasana, spine-snapper pose is my pet name for it, and very quickly following a great deal of lower back pain.  Backbending was no longer fun, in fact most things were no longer fun.  What did I blame?  Kapotasana, obviously.  I was sure that the posture was the culprit.  Problem was, I still had to do kapotasana everyday – that or quit, or voluntarily give up what I had learned of Intermediate Series (and no self respecting 25 year old I Can person would do that).  My foundation was broken.  I was in pain not because of a specific asana, but because I had built my grand palace of backbending on sand.  The only thing to do was rebuild a foundation for my backbends. It was an annoying, painstaking, ego shattering process.  I had to relearn everything.  The greatest pain gleaned from this experience was not physical; it was the emotional pain of discovering I wasn’t special after all.  I was just like everybody else.  I too had to use breath, bandhas, dristhi, and stable asanas appropriately or I would weaken and eventually break.

I doesn’t matter who you are, you can practice Ashtanga yoga. You could be the most specialist person in the whole wide world and you can still do Ashtanga yoga.  But be warned, if you take your practice seriously you will eventually realize how banal and normal you are.  Once you realize that, once you are on the path to getting over yourself, then you have the chance to transform into someone truly special.


No eres tan Especial como lo Crees

Photo by Genevieve Kim, IG @triangleflash

Photo by Genevieve Kim, IG @triangleflash

Cuanto más practico en el sistema de Ashtanga, más me doy cuenta lo no-especial que realmente soy. Oh! Yo se que eso suena rudo, pero pon atención.

Ashtanga es un método y por lo tanto este tiene sus principios. Éstos son organizados en tres pilares: La Respiración, que incluye ujjayi pranayama, uddyana and mula bandhas – Dristhi, que incluye la dirección de la mirada– Asana, que es estable, firme y amplia. Estos tres pilares no son negociables. No importa si eres un novato en tu práctica o has estado bebiendo del refresco del Vande Gurunam por 20 años, tú tienes que usar ujjayi, tienes que emplear tus bandhas, debes limitar tu mirada deambulante, y debes tener una postura estable y firme.

En la cima de estos principios, tú podrías tener la posibilidad de construir lo que desees. Quizá tu práctica imite un gran castillo con torres y terretes elevándose hacia el cielo; o quizá se asemeje mas a un hogar humilde, pero lleno de luz y amor. Quizá tu práctica no constituya estructura alguna y mas bien sea una selva llena de flores y suculentas plantas. Tu máxima creación no tiene por qué ser siempre la misma. Tu puedes cambiarla a lo largo del tiempo, agregas algo por aquí, quitas algo por allá o destruyes todo y empiezas nuevamente. Siempre y cuando uses los principios de la respiración, dristhiy asanas estables- las posibilidades son infinitas.

Si hay una ruptura de estos principios, algo se perderá tarde o temprano. Lo mas probable es que las cosas se descompondrán lentamente, casi sin rastro alguno hasta que algo mayor ocurra, que no podrá ser ignorado. No tiene sentido tratar de corregir lo que se encuentre en la cima de los principios, si los principios en sí mismo son defectuosos o incompletos. No hay salida, tú siempre te verás a ti mismo regresando a la respiración, dristhi y asana.

Construir y mantener unos principios solidos es la clave de cualquier práctica. Ésto se aplica en todo. Nadie es suficientemente especial para evadirlo, yo no lo soy, tampoco el hombre viejo, ni siquiera la embarazada, ni el estudiante con escoliosis severa, ni el cuadripléjico postrado en cama cuyas extremidades son movidas por su terapeuta o maestro, ni la chica cuyos brazos son ¨muy cortos¨ para saltar hacia atrás, ni el muchacho con un millones de lesiones deportivas, ni el bailarín hiperflexible, ni la señora con doble reemplazo de cadera. La lista de personas especiales con preocupaciones especiales es infinita. Si la base de la práctica no es construida con cuidado y dado la suficiente atención, nos lesionaremos. 

Ser un practicante de Ashtanga significa que debes estar vigilando tu fortaleciendo y reparando tus principios. Muchas veces, cuando estamos lesionados, buscamos el área de la lesión para saber la causa y solución de la misma. En lugar de ello, deberíamos analizar los tres principios de nuestra práctica para descubrir lo que realmente nos está dando problemas. ¿Es mi respiración errática o incontrolable durante la práctica? ¿Está mi mente vagando en mi mirada? ¿Son mis asanas estables? ¿Se encuentra todo firmemente basado y apoyado?

Ser especial es una espada de doble filo. Un lado es “yo no puedo” y el otro el “yo puedo”. Mis brazos son muy cortos y no puedo saltar hacia atrás. Mis piernas son muy largas y no puedo topar mis pies cuando me doblo hacia delante. Soy muy viejo para ir mas allá de la Primera Serie. Y así sucesivamente, nos llenamos de diferentes excusas y razones por las cuales no podemos hacer ciertas cosas. Quizá tu no puedes hacer esas cosas, aún. ¿Entonces? Es posible que nunca seas capaz de hacer esas cosas.  ¿Por qué importa? Ninguno de estos problemas especiales nos prohíben apuntalar a los pilares fundamentales del método de yoga Ashtanga. Ninguno de estos problemas nos impiden de tratar cada día, de concentrarnos cada día, de respirar cada día, de desarrollar fuerza cada día, de cada día trabajar para convertirnos en una mejor persona que la que fuimos el día de ayer.

Por otro lado, existen los tipos YO PUEDO -yo tiendo a caer en esta categoría- y pensamos que somos especiales porque somos particularmente buenos en algo, o en varias cosas. Ésto es algo cercano y especial en mi corazón, así que voy a usar a mí mismo como ejemplo. YO PUEDO arquear mi espalda (backbend). Siempre he sido bueno arqueando mi espalda, y en realidad es algo muy natural en mí. Una vez, estaba disfrutando mi práctica de backbending. Estaba incluso haciéndolo por diversión y me desafiaba a mi mismo a ir más y más profundo. Arquear mi espalda era tan sencillo para mi, que no estaba realmente poniendo atención al bandhas, respiración, dristhi o estabilidad. Solamente estaba haciendo lo que se sentía bien. Luego vino ¨kapotasana¨, espalda de pargo como lo llamo yo, y muy rápidamente después, sentí un gran dolor en la espalda baja. Arquear la espalda ya no era divertido; de hecho muchas cosas dejaron de serlo. ¿A quién o qué culpé? Kapotasana, obviamente. Estaba seguro que esa pose era la culpable. El problema es que cada día tengo que hacer kapotasana, eso o desertar, o voluntariamente renunciar a lo que había aprendido de la Serie Intermedia (y perder el respeto a la persona YO PUEDO de 25 años). Mi base estaba destruida. Sufría dolor, no por una asana en específico, sino porque construí un palacio arena de mi práctica de arcos. La única cosa que quedaba por hacer, era reconstruir los cimientos de mi práctica. Me encontraba en un molesto, doloroso y ego aplastante proceso.  Tuve que reaprender todo. El mayor dolor de esta experiencia no fue el físico, sino el dolor emocional de descubrir que yo no era especial en absoluto. Yo era como cualquier otra persona. Yo también tuve que usar la respiración, bandhas, dristhi y asanas estables de manera apropiada, o me debilitaría y rompería con el tiempo.

No importa quien tu seas, tú puedes practicar Ashtanga yoga. Tú puedes ser la persona más especial en el mundo entero y tú puedes practicar Ashtanga yoga. Pero ten cuidado, si tomas tu práctica con seriedad, eventualmente te darás cuenta de lo banal y normal que eres.  Cuando te des cuenta de eso, estarás en el camino de encontrarte a ti mismo, y después tener la oportunidad de transformarte en algo realmente especial. 

The Taste of Kiwi

I never tasted a kiwi until I was in my early teens. I knew of their existence, I’d seen them, even touched and smelled them at the grocery store. So I had direct experience of kiwi, but it was incomplete. My mother had tasted kiwi and she explained to me that it tasted like a combination of banana and strawberry.

I trust my mother; I figure she has my best interests at heart.

So I had a pretty good idea of what I would experience when I took my first bite of kiwi – I’d seen it, felt it, smelled it, and been told by a credible source what to expect.

Eventually I had my first taste of kiwi – and I was changed forever. From that moment forward there was no longer any question in my mind; I knew what kiwi tasted like, I had experienced it myself. The taste of kiwi was no longer a mysterious thing left up to my imagination. No longer did I think kiwi tasted like some combination of two other fruits.

Kiwi tastes like kiwi. In an instant, it became that simple.

There is something beyond my mind, of this I am certain. I like to call it my soul. I’ve had brief and incomplete experiences of my soul. I know people who have had more complete and more extended experiences with their souls. They tell me the soul is blissful in nature and that it can be experienced through the practice of yoga. They have no reason to lie to me – it would bring them no gain – I trust them. I desire this experience of Bliss. So I continue to practice yoga the way I’ve been taught by teachers whom I trust.

When I do have an experience of Bliss, I have no doubt that from that moment onward my life will be different.

I have faith in my practice because I have faith in my teachers. Every worthwhile experience I have deepens that faith, that trust, and firms my commitment to seeking out Truth for myself. I want to taste this Bliss instead of listening to descriptions others give. I want the experience for myself and I’m willing to work for it.